El curioso caso de las gallinas naranjas.
Nos llega una consulta sobre tres gallinas ponedoras que fueron apartadas de la cadena por presentar una coloración naranja muy intensa de la piel. Nos envían dos para llegar a un diagnóstico, por lo que se procede a su necropsia. Durante ésta, observamos que las gallinas presentan signos de masculinización (sobrecrecimiento de barba y cresta, aumento de tamaño de los espolones…), así como una coloración anaranjada muy intensa de la piel y del tejido adiposo subcutáneo y perivisceral. Realizamos la prueba del alcohol-éter, mediante la cual comprobamos que esta coloración se debía a la acumulación de carotenoides.
Además, durante la necropsia observamos tumores ováricos en los dos animales, uno de ellos con presencia de masas a las serosas intestinales (metástasis por siembra). Se realizó estudio histológico de estos tumores y se llegó al diagnóstico de arrenoblastoma. Este tumor se clasifica dentro de los tumores estromales y de cordones sexuales, y se caracteriza por producir masculinización debido a la producción de andrógenos o inhibina. Además, en el caso de las aves, es frecuente observar la formación de estructuras muy similares a túbulos seminíferos, incluso con presencia de espermatogénesis.
Aunque estos tumores explican la masculinización de las gallinas, la causa de la hiperpigmentación no parece a priori aclarada (recordemos que esta era la causa real de la declaración de no aptitud de las canales). Es esperable que todos los animales de un mismo lote ingieran el mismo pienso, y por lo tanto, la misma cantidad de pigmentos. No obstante, las gallinas ponedoras usualmente depositan una gran cantidad de los pigmentos que ingieren en la yema de los huevos que producen, y por ello adquieren una tonalidad anaranjada. Como estas gallinas tienen tumores ováricos y masculinización no estaban produciendo huevos, y por lo tanto, la falta de depósito de pigmento en la yema de los huevos es la causa de su acumulación en el tejido adiposo. (AC)